sábado, 30 de enero de 2010

Como toda señorita era bien histeriquita, eras una ola en el mar. Siempre cinco para el peso, siempre abrazo nunca beso, y ahora ni torta ni pan. Ni este amor que nunca vio la luz. Sólo me quedan momentos de ese sueño momentáneo, viejos tiempos de adicción. A planteos poco cuerdos, al placer del desengaño, a la dulce confusión. Sólo me queda el consuelo de saberme muy tranquila; YO YA SÉ QUE LA PELEÉ.

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